EL ARTE DE ESTAR ROTO

Hay hermosura en ser común, hay hermosura en lo corriente.

Lo más increíble de una obra de arte es estar roto y en algún momento ser restaurado.

Nosotros, los seres humanos, no fuimos creados de oro, de diamante o de microchips. Todos nosotros fuimos creados de algo tan común, como el polvo y la tierra, pero al mismo tiempo de algo extraordinario, el soplo de vida. Eso nos hace encontrarnos en un baile constante, un ir y venir entre lo común y lo sobrenatural.

El ser humano es el único ser que puede experimentar depresión y ansiedad y esto es debido a que tenemos un ADN diferente, uno creativo, él cual nos ayuda a visionar a ver más allá. Somos una creación finita, mortal, con mucha creatividad pero también con muchas limitantes.

¿No les parece que Dios nos llama cuando somos menos capaces, cuando menos sentimos que estamos bien?, pero ese es el momento para recordar que somos llamados, no pedidos.

El pedido es diferente a ser llamado, Dios es quien toma el primer paso: llamarnos. Nuestra respuesta debe ser obedecer a lo que él diga lo cual no ocurre si nosotros nos quedamos solo con lo que pedimos.


El llamado que Dios da sobre tu vida es un llamado, no es un pedido, no es tu pedido. Nuestro llamado nos recuerda nuestra fragilidad, nuestra insuficiencia, nuestra incapacidad.

Y esa misma incapacidad humana es la antesala del poder divino de Dios, porque cuando tú y yo no podemos más es cuando él se involucra.

Mientras más común eres, más grande es lo extraordinario que Dios hará en tu vida.

Muchas veces luego de tus mejores momentos van a venir los momentos que son lo más parecidos a los garabatos de un niño de 2 años de edad. Una vida donde no sabemos cual es el trazo que vendrá, pero confiamos en que Dios velará por eso.

Nuestra diferencia al estar rotos, es estar en manos del mejor artesano del universo. Estamos destrozados, pero no derrotados; estamos en el desierto pero hasta el desierto le pertenece a Dios.

Nuestras cicatrices cuentan libremente lo que nos ha pasado, por gracia divina estamos aquí.

Acepta tus limitaciones, acepta que no puedes todo. Vivimos en un constante estado de querer tener todo, en un estado de FOMO que solo nos deja insatisfechos.


Jesús llama a los comunes, a los que nadie quisiera llamar, a los dolores de cabeza, a ellos los llama.


Siento mucho decir esto, lo cual ha sido un repetir en mi cabeza: nunca olvides el momento en el cual el señor te llamó, porque recordar ese momento te va a mantener a flote cuando el polvo con el cual fuiste creado salga a la luz. El recordar ese momento te mantendrá a flote cuando no puedas cumplir las promesas que le hagas a Dios.

Somos frágiles, somos kinsugui.


Recordemos que no fue un concepto romántico sobre la humanidad lo que llevó a Jesús a la cruz, él sabía realmente por quién moría, él sabía todo de todos. Todo en lo que íbamos a fallar y aún así siguió adelante con el llamado que Dios tenía para él.

Todos aquí somos más que un momento, somos más que nuestro peor fracaso y hasta incluso más que nuestro mejor momento.

esús no nos necesita pero nos anhela. Nos ama, nos persigue, está loco por nosotros, aún con todos nuestros errores y fracasos.

Los verdaderos amigos, los buenos te dicen lo que debes escuchar, te van a confrontar.

En la mesa de Dios hay lugar no solo para tus mayores logros, si no también para tus mayores fracasos.